martes, 16 de febrero de 2010

Un día en Venus con Fernando Lalana

Nuestro primer invitado en Venus es Fernando Lalana, autor de teatro y literatura infantil y juvenil. No consideramos que sea necesario presentarlo, pues su nombre y, sobre todo, sus obras, son de sobra conocidos. De todos modos, si no la habéis visitado ya, os dejamos aquí el enlace a su página web: www.fernandolalana.com
Desde Venus, mil gracias, Fernando, por tu colaboración.

1) Siguiendo el ejemplo de un concurso organizado por una revista norteamericana, ¿podrías escribir tu autobiografía en no más de diez palabras?
Arquitecto frustrado, abogado imposible, escritor profesional de rebote.

2) ¿Qué se siente al ver a alguien que no te conoce de nada con un libro tuyo en las manos?
Me ha ocurrido pocas veces. Siento un impulso casi irrefrenable de decirle: ¡Oiga, oiga, que soy yo, soy Lalana, su escritor favorito! Pero entonces pienso que quizá vaya con mi libro camino del contenedor azul para arrojarlo allí con desprecio. Y miro para otro lado. Pero siempre se me acelera el corazón.

3) Eres, sobre todo, un contador de historias. ¿Quién te las contaba a ti?
Verne, Salgari, Poe, Dumas, Conan Doyle, Jardiel Poncela, Mihura, Pirandello, Blasco Ibáñez, Valle, Buero... Y tantos otros.

4) Tienes alrededor de un centenar de libros a tus espaldas, ¿puedes elegir tu preferido entre todos ellos? La respuesta fácil sería decir el último, así que no la aceptamos.
Vale, listillos. Como ya tengo 103 libros publicados, me quedo con el 100, que no es el último ni el penúltimo, pero sí mi última novela: “El Círculo Hermético”. Y, si no os vale, elijo “La Muerte del Cisne”. No vende un clavel, pero creo que es de lo mejor que he escrito.

5) ¿Qué libro te gustaría haber escrito?
Cada mes leo al menos un libro del que digo: ¡Cuánto me habría gustado escribirlo a mí! Puestos a elegir: “La Vida es Sueño”, de Calderón y “La Tourneé de Dios”, de Jardiel Poncela. ¡Ah! Ya la trilogía Millenium, de Larsson, por la cosa de la pasta. Pero sin morirme después de un infarto, ¿eh?

6) ¿Crees que Zaragoza es un buen lugar para dedicarse a vivir del cuento?
Si puedes vivir del cuento, como yo, casi cualquier lugar es bueno. Yo no vivo en Zaragoza sino en el Casco Viejo de Zaragoza, que es distinto. Es casi como un pueblo donde todos nos conocemos. La principal diferencia con un pueblo es que la plaza principal es muy grande y, en lugar de una iglesia, hay dos catedrales. A veces sí voy a Zaragoza, que está al cruzar a la otra acera de mi calle. Lo malo de Zaragoza es que el clima es asqueroso. Polvo, niebla, cierzo y sol, que cantaba Labordeta.

7) Tu pasión por el teatro aparece en varias de tus novelas juveniles, y además eres autor de varias obras. Si tuvieras que elegir entre asistir a una función o leer el “mejor libro jamás escrito”, ¿con qué opción te quedarías?
Entre una mala función de teatro y un buen libro, me quedo con el libro. Entre un mal libro y una buena serie de televisión, me quedo con la serie. Hay que optar siempre por lo bueno. En la propuesta que me haces, la cosa está clarísima: Me quedaría en casa leyendo el mejor libro jamás escrito. Que, seguramente, será una obra de teatro.

8) Has logrado algo que muy difícilmente otro autor pueda conseguir: ganaste el Barco de Vapor y el Gran Angular el mismo año, con Silvia y la máquina Qué y con Scratch, respectivamente. ¿Cómo se siente uno ante algo semejante? ¿Pudiste dormir esa noche?
No solo eso. Apenas unas semanas antes me habían concedido el Premio Nacional. Esa noche, la del Nacional, sí que no pude pegar ojo, pensando en todo lo que podía significar ese premio. Y me quedé cortísimo. Ese día cambió mi vida. 1991 fue un año increíble para mí. Cuando me dieron el Gran Angular y el Barco de Vapor a la vez, me creí el mejor autor de España y eso me llevó a hacer y decir algunas estupideces. Pero me duró poco.

9) ¿Dónde te gustaría dejar huella?
Yo no aspiro a dejar huella en ninguna parte. No lo deseo. Yo solo aspiro a disfrutar del cariño de mi mujer y mis hijas mientras viva. Pero ojalá que me olviden por completo el mismo día en que yo muera. Ellas y el resto de la gente.

10) Suele decirse que en el ámbito de la literatura “infantil y juvenil” no existe la rivalidad y envidia que aparentemente sí hay entre algunos autores de la llamada “para adultos”. ¿Es cierto? ¿Podrías resumirnos cómo es tu relación con otros autores y con los editores?
En general, tengo una relación correcta con la mayoría de mis compañeros, tanto autores como ilustradores. Por algunos de ellos –pocos- siento un sincero afecto que podría llegar a amistad de no ser por la distancia que nos separa. (Tened en cuenta que yo vivo “en provincias”). Pero sé que hay algunos que no me tragan y el rechazo es mutuo, aunque creo que se trata de una cuestión más personal que profesional. Incompatibilidad de caracteres, quizá. Como podéis imaginar, la proporción de imbéciles en nuestro oficio es muy similar a la del resto de la sociedad. Lo de los editores es otra historia. Ellos son los amos de la plantación y nosotros recogemos el algodón mientras cantamos espirituales. Pese a ello, quizá tengo más amigos y menos enemigos en el bando editorial que entre mis propias filas.

11) Un libro, una película, un personaje (real o ficticio) y una canción que hayan marcado tu vida (o una parte determinada de ella). Cuéntanos cómo y por qué.
A mí, el libro que me cambió la vida fue “Morirás en Chafarinas”, pero si se trata de libros de otros, ya he mencionado “La Tourneé de Dios”. Lo leí muy joven, con trece o catorce años y descubrí en él que ese era el tipo de humor que me hacía reír. Cada vez que alguien ríe con alguno de mis libros, se lo debe a Jardiel Poncela. Y el sentido del humor es quizá lo más determinante en el carácter de una persona.
2001: Una odisea espacial. Mi padre me llevó a verla con diez años. Él creyó que era una peli de marcianos y salió echando las muelas. Yo salí atónito del cine. Acababa de descubrir de golpe a Kubrik –un genio del cine- y a Arthur C. Clarke, o sea, la ciencia-ficción de verdad, la buena, que durante varios años sería mi género favorito. Y aún lo sigue siendo, en cierto modo.
Todos los personajes que yo creo para mis novelas tienen algo de Sandokán y algo de Sherlock Holmes.
Apenas escucho música. Creo que no me gusta casi nada. Ninguna canción ha influido en mi vida, que yo recuerde.

12) Cuéntanos un viaje que tienes pendiente, ya sea real o ficticio.
Me habría gustado que la exploración espacial no se detuviera. Poder viajar al espacio exterior, llegar donde jamás ha llegado el ser humano. Contemplar naves en llamas más allá de Orión. Pero llegó el final de la Guerra Fría y , ahora, la Gran Crisis; y la NASA es ahora una reunión de pedorros. Así que mis sueños espaciales se perderán cuando yo muera como lágrimas en la lluvia.

13) Recomienda un libro que no sea fácil de encontrar en las estanterías de las librerías.
“El pecado o algo parecido” de Francisco González Ledesma. Para los aficionados a la novela negra realmente curtidos. En serio. No recomendable para menores de edad.

14) Dinos el nombre de alguien a quien no deberíamos perderle la pista.
A Daniel Nesquens. Ya tiene un buen montón de libros publicados pero creo que Daniel aún tiene que explotar. Y el día que lo haga, deslumbrará.

15) ¿Nos dejas una cita para nuestro cuaderno de abordo?
Claro. Quedamos en enero de 2022, cuando se inauguren los Juegos Olímpicos de Invierno de Zaragoza. Apúntalo en tu agenda.

16)No, idiota, nos referimos a una cita literaria.
Ah, perdón. Entonces, una frase de John Lennon: “La vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros planes.”
Por cierto: A bordo se escribe separado. De nada.

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